21 de setiembre de 2007

Nice to know you Moe


Cuando Roman Abramovich se hizo cargo del proyecto que englobaba llevar al Chelsea a lo más alto en 2003, tenía la clara mentalidad ganadora de quien posee todo lo que se desea. Tenía el dólar por agenda, el petróleo por comida y el origen de máximo galán cosmopolita en el plano futbolístico. Ahora, apenas cuatro años más tarde, ha perdido a su querida mujer, su fortuna se ha reducido a la mitad y ha perdido amigos, justo lo que le sobraba, el último de ellos, un tal Mourinho.
Así es, aunque comentarlo parezca surrealista, el entrenador más mediático del panorama se ha venido abajo por su propio peso. Su jefe, confidente y compañero de ambiciones, se ha ido convirtiendo en un peso que ha lastrado los objetivos que ambos compartían.
Porque si la llegada de Abramovich supuso para los Blues el retorno al primer plano, o mejor dicho, estar por vez primera en lo alto del panorama europeo, no menos fue la de Mourinho, que plasmó en tiempo récord sus ideas de fútbol en un ámbito clásico y muy estricto en cuanto a excentricidades. Algo que, por otra parte, nunca supo aceptar y que siempre le mantuvo en boca de todos.
El magnate rompió de un plumazo la deuda londinense, Mou hizo lo propio con el dominio ancestral que tenía el Arsenal de Wenger en la Premier. Roman atacó con fichajes de relumbrón y un montón de libras que inflaron el mercado pero el luso no cedió en su empeño y llevó a Stamford Bridge sus primeros títulos de relumbrón y, sobre todo, la imagen de que se estaba formando un gigante. Un auténtico buque insignia de la época que ahora, queda fuertemente mermado.
Para la Premier, aunque parezca mentira, se trata de un palo enorme puesto que cada cita con el Chelsea era para su rival una motivación añadida. No era sólo sumar tres puntos ni tampoco hacerlo ante el equipo de moda, sino que se trataba de imponerse a Mou, a su prepotencia, a sus declaraciones, a su conducta y, e definitiva, a su personaje, ese tan distinto al que vemos lejos del césped. Ahora, ni Wenger tendrá vecino a quien culpar ni Ferguson rival del que defenderse. El fútbol pierde, seguro que momentáneamente, a uno de sus pilares de actualidad.
Personalmente soy de los que opinan que el crédito se le agotó cuando cayó en semifinales de Champions la pasada campaña. Así, con Roman y Kenyon pensando en un giro a corto plazo, se le condenó y al primer desliz de la campaña, la idea estaba tomada, tanto que ya tiene sustituto.
Seguro que es un hasta luego pero, por ahora, sólo nos queda decir aquello que grita la canción de Incubus … Nice To Know You (Encantado de haberte conocido).


Noticia tomada de www.goal.com